Consciente de las grandes luchas que era necesario combatir, promueve lo que denominó «revolución desde arriba» y la Restauración «desde dentro» con el soporte de las clases neutrales y productoras, colectivos intelectuales y sectores económicos progresistas. No obstante, no es hasta llegada la crisis del 98, con el impulso y apoyo de sindicatos y agrupaciones de comerciantes y agricultores, que consolidó su posicionamiento en el regeneracionismo del Estado. Es en este momento en el cual constituye la imagen pública más crítica, e incluso llega a ser escogido como diputado del Congreso por Zaragoza, Madrid y Girona.